Reflexiones tras el apagón
A finales de Abril se produjo un apagón eléctrico en toda la Península Ibérica que dejó sin suministro eléctrico a España y Portugal. Toda una desagradable sorpresa para todos nosotros. Nunca en los últimos años había ocurrido algo igual. ¿Qué podía haber pasado? A día de hoy todavía se siguen investigando las causas. No soy experta en el tema, pero no dejo de pensar que este incidente no pudo tener una única causa y que debió haber muchas señales previas de que algo no iba bien y que, seguramente, esas anomalías detectadas habían sido analizadas y puestas en conocimiento de un estamento superior con el fin de que se tomaran las medidas adecuadas… Pero el apagón sucedió. Y es ese detalle – sucedió a pesar de- el que me ha hecho reflexionar sobre cómo se afrontan los temas hoy en día en las empresas y algunas de las conclusiones a las que he llegado son:
Inmediatez - Nos ha tocado vivir una época en la que todo ocurre muy rápido, un proyecto no se ha acabado de implementar y ya se está trabajando en su actualización. Los resultados se pretenden para... mañana. No hay tiempo “material” de hacer análisis de riesgos.
Falta de conocimiento del entorno - En muchas ocasiones, los nuevos proyectos se llevan a cabo por personas muy válidas, pero sin ningún conocimiento previo del entorno en el cual se van a aplicar los cambios y, lo que es peor, sin la colaboración efectiva y activa de las personas que sí conocen dicho entorno y son, por ello, capaces de valorar los pros y contras de cada uno de los cambios a implementar. Y esto pasa a todos los niveles.
Comunicación - Alguna vez he escuchado: “para ser jefe de un equipo no hace falta ser un experto en el ámbito en el que el equipo trabaja”. Puede ser, pero en ese caso el jefe debería confiar plenamente en su equipo y escuchar proactivamente a las personas que sí son expertas en el tema y tomar las decisiones que se deban tomar, en consenso con el equipo y a pesar de que alguna de ellas vaya en contra de su visión del tema o de “sus” intereses. Desgraciadamente para las empresas, no siempre es así.
Objetivos - Cuando digo “sus” intereses me refiero a los objetivos que las empresas establecen para sus trabajadores y que, dependiendo del alcance de estos, pueden afectar al bolsillo de algunas personas. Las empresas debieran asegurar que las decisiones se toman con el fin de mejorar los procesos y solucionar los problemas que surgen de la manera más eficiente posible. Los objetivos fijados deben ser acordes con esa eficiencia.
En conclusión, considero, y no queda otra, que hay que seguir avanzando, innovando, mejorando y adaptando nuestros procesos al tan cambiante entorno actual, pero creo firmemente que la participación y comunicación proactiva con las personas que los llevan a cabo es imprescindible ya que son, con toda seguridad, los que más van a contribuir a evitar “apagones”.
Antonia Domínguez
AEQCT
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