EDITORIAL 110

Esther Pujol

El teflón pasa del textil y las sartenes al liderazgo

El teflón es la marca comercial de un polímero de nombre politetrafluoroetileno que posee unas increíbles propiedades y desde el año 2013 reformulado y adaptado a la reglamentación vigente. Tiene gran impermeabilidad además de ser un poderoso aislante eléctrico y sumamente flexible.

Por ello, desde su descubrimiento el siglo pasado, los usos del teflón han sido múltiples, aunque la mayoría lo asociamos a utensilios de cocina, como sartenes y ollas por su capacidad muy baja de rozamiento y fácil limpieza y al sector textil que nos ocupa, sin interferencias en con el peso, la apariencia, la sensación, el color o la transpirabilidad.

Pero los chaparrones nunca les calan. Son impermeables.

La suciedad les cae encima y nunca se les pega.

El último libro que acabo de leer, del autor Nassim Taleb, titulado “Jugarse la piel”, habla de esas élites que opinan con autosuficiencia en la escena pública. Individuos con incapacidad para abordar los problemas reales, que no se juegan nada a la hora de trasladar sus opiniones porque el resultado de sus equivocaciones siempre es pagado por otros que no tienen su poder.

Líderes con opiniones y teorías inconsistentes, que pocos se atreven a poner en entredicho, porque simplemente ocupan un puesto relevante.

Altos directivos que no asumen la responsabilidad de sus palabras porque jamás las han puesto en práctica.

Banqueros, académicos y burócratas frívolos que toman decisiones sobre nuestras vidas a sabiendas de que si se equivocan jamás se verán afectados.

Nunca anteriormente ha habido personas que se jueguen tan poco y nunca antes han comprometido tanto a la sociedad con sus decisiones.

Nunca nosotros hemos asumido tanto riesgo, a cambio de que otras personas asuman tan poco.

Frente al liderazgo del teflón que nos ha tocado sufrir a todos en algún momento de nuestra carrera profesional, pensemos en el directivo que se juega la piel.

Ese jefe que empatiza, que da ejemplo, que sufre con las malas decisiones y se alegra con los éxitos de los demás.

El líder que se juega el pan y la sal en su gestión; que si no acierta le afectará personalmente frente al burócrata que irá a otro puesto sin que se le mueva un pelo del flequillo. Un gestor que da la cara, aunque sepa que se la pueden partir.

Por eso, hay que buscar líderes que "se juegan el pellejo" en sus decisiones ya que de ese modo se garantiza, la simetría entre actores, se reduce la ocultación de información y sobre todo se desincentiva la transferencia de problemas a futuro.

Ahora mira a tu alrededor, en tu empresa, en tu gobierno o en tu casa y reflexiona si ves teflón o jirones de piel. "Nunca confíes en nadie que no se juegue la piel. De lo contrario, los tontos y los ladrones saldrán beneficiados, y sus errores nunca los perseguirán".

Rómul Prat





Modificar cookies