EDITORIAL 106

Esther Pujol

Por qué lo llaman valor cuando quieren decir precio

En ocasiones perdemos el hilo cuando hablamos, en otras no dejamos ningún cabo suelto o a veces necesitamos tejer un plan… Si continuáramos haciendo alusión a refranes y citas vinculadas con el sector textil comprobaríamos que el listado es enorme y la explicación clara: Nuestra historia y la historia de los textiles han caminado juntas miles de años, inseparables.

Después, casi sin saber cómo ni por qué: un distanciamiento, un arrinconamiento triste, un sentimiento de menosprecio doloroso.

El reto no es otro que volver a encontrarnos y recuperar el significado de cada fibra, de cada proceso, de cada tejido y transmitirlo para que a todo lo aportado a lo largo del tiempo, y aún hoy, se le reconozca su valor.

Es curioso comprobar como en otros momentos supimos agradecer el trabajo, el ingenio y la creatividad de tantas y tantas aportaciones.

Los egipcios representaron orgullosos en sus obras fibras de tallo como el lino y el cáñamo, así como vellones de ovejas laneras.

Antes incluso, desde las primeras dinastías chinas, el uso de la seda favoreció que aparecieran códigos de vestimenta en los que se reconocía la nobleza de las fibras y de determinados colores, otorgándoles un valor diferencial.

El precio de la Púrpura de Tiro se calculaba en plata y su tintura sólo era aplicable a prendas de lujo.

Las letras de cambio, toda una revolución financiera durante la Edad Media, las crearon comerciantes textiles aprovechando la importancia dada a la tejeduría.

La expansión del algodón supuso un crecimiento sin precedentes convirtiéndose en uno de los productos más preciados del continente americano, el que fue el Nuevo mundo a finales del siglo XV.

Después nueva maquinaria, la síntesis de los colorantes y posteriormente las fibras químicas.

Desarrollo tras desarrollo, nuevos acabados y materias emergentes procedentes de nuevas fuentes.

Una industria en constante movimiento como se elevan, sin pausa, los lizos de un telar.

Una industria herida que espera, en silencio, un reconocimiento.

Ahora en pleno siglo XXI, a pesar de que todos dependemos de la tecnología, no siempre genera el asombro deseable explicar que ya en el 1805 Jacquard utilizó un código binario.

Esa tendencia generalizada hoy a creer que todo es más fácil de lo que es, ni se imagina que para crear cada producto textil han sido necesarias múltiples operaciones y mucho saber hacer. La fibra, su hilatura, la preparación para la tejeduría, el tisaje, los pretratamientos, la tintura, los acabados…

Un camino largo, que empieza con la sencillez de una fina hebra y que se convierte en el abrazo cálido que nos protege.

Un proceso industrial que cuando se conoce deslumbra y enamora y del que sin embargo ante la pregunta cuánto vale, hemos respondido simplemente que tantos más o tantos menos euros, permitiendo que se desconozca o se olvide el verdadero valor.

Un proceso mágico del que es muy pobre sólo conocer el precio.

Irene Fariña


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