La industria textil española ha demostrado en un tiempo récord su implicación con el sistema sanitario español en su lucha contra la pandemia del COVID-19, readaptándose y reorientado su producción a la fabricación de productos sanitarios. La rápida reacción del sector textil ha permitido elaborar materiales higiénicos, sanitarios y de protección para abastecer las necesidades más urgentes, mostrando un compromiso sin límites para abastecer al sistema sanitario y servicio nacional de la salud para el beneficio general de los ciudadanos, gracias a la producción de mascarillas, batas, guantes y otro tipo de materiales sanitarios y de protección.
Es evidente que el mundo no volverá a ser como lo conocíamos. Nos encontramos en un punto de inflexión. La pandemia ha puesto de manifiesto las debilidades de nuestra cadena de suministro y ha quedado sobradamente demostrado que la dependencia con terceros países puede ser muy perjudicial para el sector. Necesitamos una industria de la moda rápida, flexible y cercana; un ecosistema industrial fuerte. Es el momento de recuperar actividades que se desplazaron a otros países; es el momento de intentar que los consumidores se muevan en una escala de valores más allá del precio; y es el momento de la sostenibilidad, no solo ambiental sino también social.
Algunas de las empresas actuales se perderán por el camino; otras se readaptarán en el nuevo entorno y formarán parte de nuestro ecosistema industrial. Y en gran medida el éxito de las empresas va a radicar en su capacidad para ser sostenibles. La sostenibilidad no solo es un mantra que se está repitiendo en los últimos tiempos hasta la saciedad, es una condición sine qua non para la supervivencia de las empresas de la moda, y esta se relaciona inevitablemente con el consumo de proximidad. Productos más cercanos, con una menor huella de carbono, que posean características de reutilización y un valor diferenciador, provocarán un crecimiento del consumo y de la trazabilidad del producto. El consumidor demandará una mayor transparencia de las características y origen los diferentes productos, algo que puede observarse en muchos otros sectores. Únicamente las actividades que generen valor persistirán. Conviene apostar por tendencias como la digitalización y la economía circular. También será clave el I+D+i, la única vía para continuar permaneciendo, crecer y contribuir a tener una mejor sociedad. No podemos permitirnos ser pesimistas, de las crisis siempre surgen oportunidades.
Hoy más que nunca sigue vigente la frase de Darwin: “No es más fuerte ni más inteligente el que sobrevive sino el que mejor se adapta a los cambios”. Afortunadamente, el ADN de las empresas de la industria textil incorpora una gran capacidad de adaptación.
MARTA CASTELLS
VOCAL DE LA AEQCT
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