EDITORIAL Nº 56

Esther Pujol

Actualmente estamos todos expectantes, pendientes,  de que la ciencia pueda poner solución al miedo que se ha apoderado de nosotros.  Que pueda protegernos de nosotros mismos. Que nos devuelva la normalidad de no mirarnos con recelo, de poder recuperar nuestras rutinas de trabajo y de ocio sin temor a contagiarnos y de manera especial que nos garantice que nuestros mayores y todas las  personas especialmente vulnerables van a poder estar a salvo y vamos a poder abrazarlas de nuevo.

Hoy todos ansiamos que los científicos vayan aún más deprisa, que acorten los tiempos, que respondan… y no cabe duda de que están ahí, más que nunca e igual que siempre.

Lo que sería  necesario es que, también siempre, apoyáramos su labor con la misma intensidad que ahora.

El nuestro, el textil, es también un sector de grandes descubrimientos y aportaciones. Una actividad industrial con desarrollos técnicos importantísimos en los que han trabajado personas extraordinarias a lo largo de la historia y que hoy  lleva a cabo investigaciones en áreas vitales para todos como es  el reciclado de  los distintos materiales  y la creación de  nuevos biopolímeros renovables y biodegradables.

 Cada uno de estos desarrollos supone un esfuerzo enorme y en la mayoría de ocasiones años de investigación y entrega por parte de personas que buscan mejorar la vida de los demás.

La inmediatez, la presión económica o  la costumbre  son sólo algunas de las innumerables trabas que frenan el apoyo incondicional a un área, la ciencia, que debería ser prioritaria y reconocida debidamente en lugar de pasar desapercibida y denostada por unas prioridades generales que hoy reconocemos, como poco,  cuestionables  o claramente injustificadas si somos capaces de ser autocríticos.

Cada una de esas personas que eligieron un camino difícil, de gran  sacrificio,  aunque seguramente  atenuado por una aún mayor vocación, seguro que van a darnos lo mejor de sí mismos para conseguir una solución. Seamos suficientemente agradecidos para no olvidarlo y apostar por ellos, que somos nosotros mismos, priorizando la investigación a otros intereses.

IRENE FARIÑA
VOCAL DE LA AEQCT



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