Editorial 78

Ibis Aguilar Encinas

De cero a cien

Creo que no es solo una opinión personal porque es un comentario fácilmente compartido, y sí, parece que de entrada nos gusta situarnos en los extremos o pasar de uno al otro, a veces solo como consecuencia de seguir una corriente sin profundizar suficientemente en ella.


Después de décadas en las que las etiquetas de composición mostraban combinaciones de dos, tres y hasta cuatro o más materias de forma habitual, ahora viramos el rumbo a toda máquina apostando de nuevo por el cien por cien. No hay duda de que la causa lo merece, dado que el reciclado es una de las opciones que nos permiten aprovechar lo que de otro modo se convertiría en un residuo y, por lo tanto, ser más sostenibles. Una prenda de una única materia es más sencilla de reciclar mediante un reciclado mecánico, y de ahí esta tendencia, que siendo un buen planteamiento, bien podría convivir con otros igualmente necesarios, ya que la vida nos demuestra, a cada paso, que las cosas no suelen ser casi nunca ni blancas ni negras y que la mayoría de opciones razonables se encuentran dentro de una amplia gama de grises.


Sin restarle el mérito a tejidos puros, entre los que se encuentran auténticas maravillas, es justo reconocer que en muchas mezclas se encuentran puntos de equilibrio muy interesantes y que son capaces de cubrir necesidades a las que una única materia puede no dar respuesta por magnífica que sea. Para que esos casos sean reciclables algunas iniciativas llevan mucho tiempo investigando y con enormes esfuerzos han desarrollado métodos de reciclado químico tanto para mezclas de fibras naturales con materias químicas de polímero natural como con sintéticas. Incluso en la mayoría de estos casos se ha trabajado para que los procesos se realicen mediante química verde y obteniendo como resultado fibras recicladas con muy buenas propiedades. Lamentablemente, estos desarrollos van más lentos, tienen menos apoyo y consecuentemente menos capacidad de suministro a nivel mundial. Es más inmediato no solo reciclar un cien por cien, eso ya se ha hecho tradicionalmente en nuestro sector, por ejemplo con la lana y es más que loable, sin embargo, puede ser poco comprometido limitarnos a reciclar para el textil envases de plástico mientras se amontonan, en vertederos y desiertos, prendas con algún porcentaje de poliéster, existiendo, como existe, la posibilidad de darles también una nueva vida.


Es evidente que tenemos que optimizar los recursos, y cumplir con las tres, las siete o todas las R y buenas prácticas posibles que nos permitan no seguir asfixiando a este planeta. Pero también es necesario pensar a medio y largo plazo dando soporte a la investigación y no por el afán de no querer renunciar a nada, sino por reconocer y mantener lo que en su día supusieron también grandes desarrollos y porque la sostenibilidad, no siendo fácil, será más real, cuanto más equilibrada.



Irene Fariña






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