EDITORIAL Nº 45

Esther Pujol

Como en el mito grecoromano , en el que Aracne, primera y extraordinaria tejedora, siendo magnífica, acaba relegada y avergonzada; el sector textil, habiendo sido  siempre motor y precursor  a lo largo de la historia es igualmente desconocido y  citado, como  en el caso de Aracne, más por sus defectos que por sus enormes virtudes.

El textil es un sector milenario que ha sumado enormes logros a la sociedad y que paradójicamente muchos de ellos  se han asumido sin más.

Ya se contaba con un telar de plana varios miles de años  a.C., como también es milenaria la tejeduría  manual de los tejidos de punto y  de más de cuatro siglos  la creación de encajes.

El textil es un sector que para la complejidad que supone su largo recorrido desde la materia prima, ha tenido que crear y perfeccionar un sinfín de procesos de trabajo y de máquinas, algunas de ellas, como el Telar de Jacquard, considerada una de las primeras máquinas programables de la historia y una de las influencias más claras y directas para el desarrollo del código binario informático.

Notables también las aportaciones en química: formulación de materias, síntesis de colorantes y pigmentos o  la modificación actual en  polímeros para desarrollar tejidos de una tecnicidad superior y que nos permitan, además de un aspecto y tacto agradables, el poder sumar propiedades hasta ahora impensables y que supongan una mejora cualitativa en la vida de las personas.

El nuestro es un sector que además desarrolla producto para actividades y perfiles muy diversos: desde moda de street style a alta costura,  moda hogar, actividades deportivas y para el más alto rendimiento deportivo. También medicina, arquitectura y textiles para  profesiones de riesgo como supusieron  los retos de creación de  tejidos para bomberos o astronautas.

Un sector que, como todos los demás en este complejo momento, ha de afrontar retos y mejorar sus procesos para garantizar el bienestar de este planeta que nos da tanto y nos pide tan poco, pero que incluso ya en esta nueva área de sostenibilidad, ya aportamos algunas experiencias, y si bien es cierto que contamos con la deuda del agua, también sabemos cómo reciclar materiales porque así se ha hecho tradicionalmente con casos como la lana.

Como Aracne, castigada en un rincón, las sensaciones de los que sentimos este sector como nuestro son múltiples y contradictorias. Quizá un aliento de motivación podría ser recurrir a la propia historia, echar la vista atrás, y tomar  conciencia del buen hacer del que se es capaz y continuar tejiendo para que esta enorme maestría no se pierda y evitar quede en el más injusto anonimato.

IRENE FARIÑA

Vocal de la Junta Directiva AEQCT

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