Los últimos meses hemos sufrido aumentos desproporcionados en los precios de los colorantes. Estos incrementos han sido justificados por la escasez de materias primas para su elaboración, concentrada en países asiáticos que absorbieron toda la producción cuando Europa ya no pudo, o no quiso, seguir con su fabricación.
Nuestra industria ha tenido que asumir este incremento de coste, en muchos casos, sin poder repercutirlo a sus clientes, mayoritariamente grandes marcas que son quienes fijan los precios.
Da la sensación de que ya hemos caído en manos de un oligopolio que nos suministrará colorantes cuando quiera y al precio que quiera.
Esto podría significar que nos hemos convertido en un sector formado por pequeñas factorías, situados entre grandes proveedores por un lado y grandes clientes por el otro, y por tanto, con poca fuerza a la hora de negociar.
Si a todo esto añadimos la dificultad de cumplir con las normativas medioambientales, de asumir el sobrecoste que acabará generando la puesta en marcha de REACH, de la desventaja en los cambios de moneda, de las condiciones y los salarios de países competidores con pocos escrúpulos sociales, es obvio que nos encontramos en una posición cada vez menos ventajosa.
Necesitamos, urgentemente, contar con normativas de entrada de productos acabados que sean igual de exigentes que las que nos obligan a producir de manera limpia y segura. Las mismas reglas de juego para todos.
Lluís Girbau Lozano
VOCAL AEQCT
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