Sirvan estas líneas para poner sobre la mesa una realidad que está sucediendo en nuestras empresas y que supone un potencial peligro al que nos enfrentamos a medio plazo.
Todos conocemos las dificultades de nuestra industria, productos complejos, con altos requerimientos de calidad, plazos de entrega muy estrictos, gran exigencia en la reducción de costes, necesidad de ahorro de agua, reducción de consumo energético, condicionantes medioambientales... y a pesar de todo, seguimos existiendo gracias a equipos bien formados y sobretodo, dotados de una gran experiencia.
Cambiando impresiones con algunos colegas, todos coincidimos en que las reducciones en las plantillas que han sufrido muchas empresas han ido acompañadas de pérdida de conocimiento, además de un cierto envejecimiento de los equipos.
En muchos casos, hemos perdido la figura del técnico junior, del aprendiz... de aquellos que, compartiendo los problemas y, sobre todo, las soluciones, iban adquiriendo la sabiduría y el conocimiento para desarrollarlo posteriormente. Un proceso lento, largo, por el que todos hemos pasado y que, como bien sabemos, requiere de tiempo.
Creo que debemos empezar a pensar en el relevo generacional, en asegurar la continuidad de lo que tanto nos ha costado de levantar y mantener.
Las universidades, las escuelas técnicas, siguen formando a nuestros jóvenes. Es hora de contar con ellos y darles, y a la vez darnos, la oportunidad de seguir adelante.
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